martes, 9 de diciembre de 2008

Análisis del artículo: Ni tecnocracia ni Populismo: Hacia una gestión pública para la transformación en Venezuela.

Hay que tener en cuenta primeramente que los conceptos de Desarrollo y Crecimiento Económico son distintos, pudiendo darse el caso de un crecimiento sin desarrollo, cosa muy común en nuestro país, pues el Desarrollo es un concepto mucho más amplio que implica necesariamente una mejora en la calidad en cuanto a las condiciones de vida de la población.
En Venezuela el Estado ha impulsado en momentos distintos tres modelos de desarrollo, desde el inicio de la democracia, el desarrollismo (basado en el crecimiento económico a partir de la industrialización por sustitución de importaciones), el neoliberalismo (que sigue la doctrina del Consenso de Washington) y el desarrollo endógeno (que partiendo del concepto constitucional de desarrollo sustentable busca superarlo).
Siendo el Estado en la actualidad promotor del Desarrollo Endógeno somos testigos presenciales de cambios importantes en una dimensión de éste: las políticas públicas que son un componente de la gestión pública y que están plasmadas en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), las leyes, programas, proyectos y específicamente en el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2007-2013 o Proyecto Nacional Simón Bolívar.
El concepto de Desarrollo Endógeno fue impulsado según las autoras del texto sujeto a análisis, a raíz de la oposición al modelo de sociedad plasmado en la CRBV; que si bien no nombra expresamente al desarrollo endógeno si hace referencia al desarrollo sustentable, el cual se presenta como alternativa viable al neoliberalismo pues busca garantizar la satisfacción de las necesidades presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. Antítesis que tuvo su máximo apogeo en el paro petrolero y económico de 2002 y 2003 producto a su vez de la aprobación de un conjunto de leyes (Decretos-Leyes) revolucionaras promulgadas en el Marco de la Ley Habilitante de 2001.
En un contexto, en el que el desarrollo sustentable no resulta ser sino un maquillaje del capitalismo pero con dimensión ambiental y cierta racionalidad, la CRBV sienta las bases para la introducción del concepto de Desarrollo Endógeno, aplicado en su momento en otros países latinoamericanos, al establecer una serie de principios humanos y sociales y al atribuirle al régimen económico la función de asegurar el desarrollo humano integral y formas de economía social; un desarrollo alternativo al neoliberalismo, que parafraseando a Carlos Lanz (2004): trasciende al desarrollo sustentable y trata de dar cuenta de las particularidades regionales y nacionales potenciando sus fuerzas propias para impulsar la transformación de los recursos naturales, construyendo cadenas productivas (trenes productivos), eslabonando la producción, distribución y consumo, haciendo un aprovechamiento eficiente de la infraestructura y capacidad instalada y promoviendo la adopción de nuevos estilos de vida y patrones de consumo y el desarrollo de nuevas formas de organización, tanto productivas como sociales y la construcción de redes productivas de diversos tamaños y estructuras tecnológicas (verbigracia: consejos comunales, comunas, las Misiones,núcleos de desarrollo endógeno, fundos zamoranos, empresas de producción social, cooperativas, microempresas).
La implementación de las políticas necesarias a tales efectos chocan con el viejo estilo de gestión pública burocrático populista construido alrededor del desarrollismo o modelo de industrialización por sustitución de importaciones que reproducía patrones de consumo foráneos, y garantizaba una dependencia tecnológica y la democracia representativa con su consecuente clientelismo político, además la sustitución de importaciones, realizada por una parte sustancial de las industrias productoras de bienes de consumo final, se torno cuesta arriba – no tanto por aspectos financieros, sino de demanda efectiva- para las industrias de bienes de capital y productos intermedios que exigen grandes economías de escala para su explotación productiva – esta problemática es conocida como la “tesis del mercado estrecho”- y, lucha en mayor medida contra el viejo modelo tecnocrático que aparentemente neutral propugna el neoliberalismo en su doctrina de no intervención del Estado y del libre mercado que hoy según Noam Chomsky, prestigioso intelectual norteamericano, esa premisa de redistribuir las ganancias y socializar los excedentes – el efecto derrame- propios de la doctrina capitalista neoliberal se convierte hoy día en que en el capitalismo “… se individualizan las ganancias y se socializan las perdidas”, lo que es puesto en evidencia a raíz de la reciente crisis financiera mundial actual, producto del liberalismo financiero y de la “inusual” y contradictoria del mismo sistema intervención del Estado para rescatar el sistema bancario que contraría el laissez faire, que dicho intelectual concibe como la crisis de un "modelo cultural" si por esto nos referimos a un sistema doctrinal: el fundamentalismo del libre mercado. Valga la pena señalar que las tanto las guerras como las crisis mundiales trastocaron el orden mundial o el status quo impulsando los otros dos “nuevos modelos de desarrollo” para la época; por lo que es propicio en estos momentos seguir consolidando el desarrollo endógeno pero no un desarrollo endógeno “hacia adentro” que se convierta en un ensimismamiento de nuestras naciones latinoamericanas sino un desarrollo endógeno “desde adentro” desde una perspectiva regional (latinoamericana) más que nacional fortaleciendo los mecanismos de integración.
Sobre la implementación del modelo de industrialización por sustitución de importaciones, en Venezuela, es bueno ubicar el contexto en el cual se produjo donde tuvo connotaciones de carácter populista, de carácter proteccionista, en una Venezuela con una moneda sobrevaluada que propiciaba las importaciones y en un contexto político-social de instauración de una democracia representativa, post- Pacto de Punto Fijo. Un recuento histórico nos remonta al año 1958, el gobierno nacional inició una política de protección industrial basada en el alza de aranceles, exoneración de impuestos aduaneros para importación de bienes de capital y de materias primas y otorgamiento de crédito público para inversiones en el sector industrial. Durante los años 1959 y 1960, el gobierno emitió varias declaraciones generales donde garantizaba el mantenimiento e incremento de las medidas anteriores y, en el hoy extinto Ministerio de Fomento, se esbozó una rudimentaria reglamentación, tanto para la evaluación económica de los proyectos como para establecer un orden de prioridades. Así los criterios para determinar las actividades específicas merecedoras de protección eran:
· El uso del producto y la capacidad de producción para satisfacer, a precios razonables, la demanda interna;
· La creación de empleo y utilización de materias primas nacionales en una proporción satisfactoria o, en todo caso que la puesta en marcha de la producción constituya una garantía de estímulo para la producción interna de insumos;
· Contribución a la integración productiva de la organización industrial del país en el sentido de incremento de las relaciones interinstitucionales.
Asimismo, se establecieron procedimientos para el otorgamiento de una protección a fin de forzar la elaboración científica de las peticiones y de racionalizar el trabajo técnico de los departamentos encargados de procesarlo, procedimientos que los hechos muestran que no pudieron evitar prácticas clientelistas.
A objeto de hacer obligante, por parte de los despachos de la administración pública, la adquisición preferencial de los productos nacionales por sobre los extranjeros, el gobierno aprobó y puso en vigencia el Decreto 512, llamado “Compre Venezolano”, el cual establece un alto margen diferencial (25% ad valorem) a favor del producto interno. Esta medida fue considerada de carácter populista.
En cuanto al neoliberalismo, éste tuvo su apogeo con la aplicación del Programa económico de Carlos Andrés Pérez, en su segunda presidencia, llamado “El Gran Viraje”, un conjunto de políticas y medidas anunciadas el 16 de febrero de 1989, ese nombre resultó ser cierto y el pueblo así lo intuyó, produciéndose el Caracazo. La devaluación del bolívar fue la piedra angular del paquete, y se anunciaran políticas económicas como:
· Adopción de un cambio único - libre flotante-
· Liberación general de precios y tasas de interés.
· Eliminación de subsidios a los bienes y servicios producidos por el Estado.
· Decisión de acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI) y someterse a sus rígidas condiciones para obtener financiamiento.
· Eliminar los permisos y cupos de importación (RECADI)
· La liberación de las tasas de interés.
· Reducción del déficit fiscal a no más del 4% del Producto Territorial Bruto.
· Congelación de cargos en la Administración Pública.
· Elevar desgravámenes y niveles de exención en el impuesto sobre la renta de personas naturales y establecer fórmulas para permitir a las empresas depreciar activos en base a su valor actual.
· Aumento de la gasolina en el mercado nacional. Primer aumento de un 100%.
En cuanto a su filosofía económica: fe en el libre mercado como mecanismo óptimo para restablecer los equilibrios y asignar los recursos, total apertura internacional, libre flujo de importaciones y exportaciones, el mecanismo básico de ajuste fue la reducción de la demanda interna (depresión de salarios reales y reducción del déficit fiscal) a través del binomio inflación- devaluación. Este programa lo formuló un conjunto de tecnócratas que conformaba el equipo de gobierno y asesores del entonces presidente, que pasó de ser un burócrata populista en su primer gobierno a un tecnócrata, que no supo (o más bien ni hubiese podido lograrlo) explicarle a las masas su programa económico, pese a que éste, en conocimiento de su alto impacto negativo sobre la sociedad contemplaba programas de ayuda “social directa”.
Otro de los programas de corte marcadamente neoliberal que vale la pena destacar fue el de “La Agenda Venezuela” del segundo gobierno de Caldera que buscaba al menos en el papel: el restablecimiento de los equilibrios macroeconómicos, el reinicio del crecimiento económico (véase que no usa el término Desarrollo) en un ambiente de equidad social y la recuperación del sistema financiero. Con sus peculiaridades como la creación del fondo del rescate de la deuda, medidas de política fiscal vinculadas al financiamiento del programa de estabilización, la reducción de la evasión fiscal, el aumento de la tasa del Impuesto al Consumo Suntuario y Ventas al Mayor a 16,5% y reducción de las exenciones a ese tributo, el énfasis en el proceso de descentralización, la eliminación del control de cambio y de precios, la liquidación de los activos de FOGADE, el fortalecimiento de los mecanismos de supervisión y control bancarios (impuesto por la crisis bancaria del momento), el establecimiento de un programa de Reformas Institucionales que buscó la reducción del tamaño del Estado Venezolano, que tuvo su culmen en la mal llamada “Apertura Petrolera” que entregó la Faja del Orinoco al capital trasnacional, en el Decreto-Ley de Concesiones y mediante el Fondo de Inversiones de Venezuela, la privatización de empresas básicas, de bancos del Estado e inicio de ventas de acciones de la CANTV; además tuvo el deshonroso mérito de quitarle gran parte de las prestaciones sociales a los trabajadores.
Volviendo a la actualidad, luego de tratar de ilustrar el contraste de esos tres modelos de desarrollo que se reducen a dos visiones de país (capitalista neoliberal o socialista), tenemos que en opinión de las autoras del texto up supra titulado, el Estado venezolano debía de asumir más allá de la retórica y de iniciativas dispersas y selectivas de sus diferentes Instituciones, la construcción del nuevo modelo de gestión pública, recordemos que a cada modelo de desarrollo corresponde un modelo de gestión pública con sus peculiaridades, pues bien ese objetivo estratégico, el 7mo de los 10 objetivos estratégicos del 2004, que es “Acelerar la construcción del nuevo modelo productivo, rumbo a la creación del nuevo sistema económico”; pues bien pienso que esa construcción ya está suficientemente explícita y es impulsada por el PDES 2007-2013 que enmarca la acción estatal en todos los ámbitos.
Asimismo, en la lectura anterior se hacía énfasis en la necesidad de desarrollar nuevas competencias en los funcionarios públicos y/o dirigentes políticos para lavarle la cara a una administración pública desprestigiada, siendo tal situación perfectamente aplicable a Venezuela, es necesario para impulsar un “nuevo” modelo de desarrollo ni tecnocrático ni populista: sujetos de dirección con capacidad y compromiso, capacitación de los funcionarios públicos para la transformación, sistemas de participación ciudadana en las decisiones del aparato estatal, transparencia y acceso a la información para el ejercicio de la contraloría social, descentralización y desconcentración político- territorial controlada y participativa, control de gestión, estrategias organizativas para la articulación sectorial e institucional y gobierno electrónico, este último propio de la materia que nos atañe, no es más que el uso de las NTIC al servicio de la Administración Pública para lograr gestionar con mayor trasparencia y menos burocratismo los procesos.

Lic. Daniel Paz
C.I:15.609.222

Bibliografía
Araujo, O. (1969). Situación Industrial de Venezuela. Caracas: Ediciones de la Biblioteca. Universidad Central de Venezuela.
Araujo, O. (2006). La industrialización de Venezuela en el Siglo XX. Caracas: Monteávila Editores Latinoamericana.
Asamblea Nacional Constituyente (ANC) (1999). Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. (CRBV). Caracas.
Ochoa, H y Fuenmayor J. Ni tecnocracia ni populismo: Hacia una gestión pública para la transformación en Venezuela.
Lanz, C. (2004) El Desarrollo Endógeno y la Misión Vuelvan Caras. Documento. Caracas
Proyecto Nacional Simón Bolívar (2007). Primer Plan socialista de la Nación. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República
Noam Chomsky: La crisis financiera marca el fin de un modelo cultural. Visiones Alternativas: Un sistema informativo de América latina y el Caribe. Disponible: http://va.prensa-latina.cu/index.php?option=com_deeppockets&task=contShow&id=73745 (Consulta: 2008. 30 Noviembre)
Sunkel. Oswaldo (1995). “Del Desarrollo hacia adentro al Desarrollo desde Dentro”. En : En el desarrollo desde dentro. Un enfoque neoestructuralista para la América Latina. CEPAL. Fondo de Cultura Económico. México.

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